25.2.09

Like a virgin

Hoy fue un día de primeras veces (detengan sus cochambrosas mentes, no hay nada sexual en esto, a pesar del título): fui al cine solo por primera vez, y vi una película en 3D por primera vez. De lo primero no hay mucho que decir, me dejaron abajo por causas de fuerza mayor, y sentarse sin compañía en una butaca no es tan extraño como pensaba; pero de lo segundo...

"Checa Coraline en tres de. [...] Ayer fui al cine y sentí la misma patada de mula en el pecho que sentí cuando vi los primeros flickers de Edison, los Lumière, y Pathe, fue como presenciar el nacimiento de una nueva era del celuloide."

Fue la advertencia de un buen amigo (estudiante de cine, for the record), y con este mood asistí a verla. Su mismo sentimiento compartí justo al empezar la película: literalmente, una dimensión que jamás había existido en cine se desplegaba ante mis ojos. Tristemente, por ahí de la mitad de la historia, el encanto desapareció. Tanta cosa por aquí y por allá, con movimientos que a ratos se percibían muy choppy, comenzó a cansarme y a distraerme de la historia. A ratos quería quitarme los lentes y disfrutar de una película normal, pero se veía terrible. Al final, hubiera preferido verla en una sala, digamos, normal.

Ayer leía este post que hablaba de cómo, particularmente en cine, "menos es más", pues el cerebro es capaz de llenar los espacios vacíos y se conecta con lo que percibe de una manera más subconsciente. Ej.: el cine sigue funcionando a 24 frames por segundo, en vez de los 60 a los que se graba la TV (léase, telenovelas). Aunque no hablaba precisamente de Coraline, uno hace la relación: la solución no está en el más, oséase, lentecitos chistosos que cansan la vista.

Sobre la peli, está increíble, ¡loca!, magia pura no sólo en pantalla, sino desde el momento de hacerla. Si les interesa saber de qué hablo, les dejo este otro artículo.

21.2.09

Larga vida al Arte

"The world is changed. I feel it in the water. I feel it in the earth. I smell it in the air. Much that once was is lost, for none now live who remember it. It began with the forging of the Great Rings."
Así como en la primera entrega del Señor de los Anillos, sucede con el tiempo en que nos está tocando vivir. Está en la naturaleza del hombre el cambio constante, por lo que podría pensarse que toda época ha provocado en aquellos que nos precedieron ese feeling de estar ante un punto y aparte histórico. Sin embargo, los cambios de ésta sí se sienten en el agua, la tierra y el aire, aunque aún no llegamos a la parte donde no queda nadie vivo que lo recuerde.

En nuestro caso, los "Anillos de Poder" con los que todo ha comenzado vendrían a ser la crisis económica, el calentamiento global; el fin del poder del más detestado gobernante en la historia de Estados Unidos, sucedido por el primer presidente de color de ésa nación; la presidencia del que "no quiere que la droga llegue a tus hijos", con la subsecuente cuasi-guerra civil de mi país... la lista de eventos relacionados sigue. Si las predicciones se cumplen, si las estrellas se alinean, estaríamos ante un cambio alla Middle Earth, donde cuando todo termine, los tiempos de Internet, automóviles y comida a domicilio serán mitología.

Tal vez sólo esté fantaseando... lo cierto es que si esto sucediera, lejos de preocuparme, me emocionaría, pues de las entrañas del hombre emergería lo mejor y lo peor de sí, con todo lo que implicaría... (arte incluído). Hablo del arte no sólo por mi relación más o menos cercana con él, sino porque en tiempos así, es crucial el papel del artista como guía para ver más alla de lo evidente y sobreponerse a las dificultades (en tiempos bonitos, el arte puede devenir palabrería, y hasta el más bueno corre el riesgo de resonar en mentes huecas y perderse). Los dejo con este gran artículo del NYT que da una visión muy cabrona del tema.

5.2.09

Al infinito... y más allá

Supongo que a medida que avanzamos por los años, la necesidad de dejar una huella en otros que prevalezca para la posteridad - esto es, de trascender, pues - va en aumento. Yo solía ser de los que predicaban la vida serena y siempre disfrutable; lo primero porque creía que, mientras más despejada tuviéramos la cabezota, más fácilmente vendría lo segundo. Asirse a ideas (preconcebidas, sobre todo), personas o cosas y - sobre todo - planes, metas y más planes, era pues, para mi sencilla percepción, un obstáculo que hacía imposible el gozo perpetuo: ¿cómo iba alguien a disfrutar alquien el aquí-ahora, si estaba siempre pensando en estar más allá?

Tristemente, en estos pocos (pero ya alguitos) años que tengo, he caído en cuenta que la vida no siempre es así de sencilla, y que aquella joven percepción era más un anhelo de que las cosas siguieran siendo tan fáciles como en aquél entonces. Su escencia sigue siendo verdadera, claro está, pero también hay otras cuestiones, incluyendo (y aquí regreso al tema) la dichosa trascendencia... y es que más últimamente que nunca me he venido cuestionando a dónde quisiera llegar, qué cosas necesito para lograrlo... y peor aún, ¿valdrá la pena lograrlo?

Si acaso lo pensaron, no, este blog - que declaro oficialmente inaugurado - no responde a esta necesidad de trascender, sino a otra más que - espero - vaya de la mano: la de poner por escrito mis pensamientos, darles forma, verlos con esa perspectiva que sólo otorga el distanciarse y, ¿cómo no?, ponerlos a disposición del otro (oséase usted que está leyendo) en espera de una posible respuesta... pues es sólo al escribir que nos conocemos en verdad (decía un maestro) y es sólo frente al otro que somos capaces de reconocernos a nosotros mismos (decía otro más).

Si quieren conocer los vericuetos que surcan la mente de un navegante más de la vida, dénse una vueltita de vez en cuando.