20.10.09

Réquiem por un disco duro

Es cierto, hace tiempo que no escribo; si lo hago ahora tal vez no tenga mucho sentido, dado que los pocos seguidores, si los hubo, probablemente se habrán perdido durante mi ausencia. Mas no creo prudente reparar en suposiciones pesimistas tras el episodio funesto que recién me ha ocurrido. Mi disco duro, mi preciado disco duro de medio terabait con cuanta conexión habida y por haber - y que tal vez nunca usaría, y que, ciertamente, ahora nunca usaré - ha muerto.

Mientras escucho el sonido del roto tic-tac que produce la aguja del inservible artefacto, pienso en la súbita y grosera forma en que la gravedad arrebató mi colección entera de música bajada a través de los años, las únicas copias de los primeros frutos de mi verde vida laboral, trabajos escolares que había venido juntando desde la prepa, mis primeras animaciones, videos, fotografías... programas de computadora, trabajos en proceso, documentos varios y hasta un respaldo de la compu de Ivonne (espero no la hayas formateado todavía).

Reside una pequeñísima parte de mi consuelo en la lejana posibilidad de recuperar los archivos perdidos, mientras que el resto lo encuentro en pensar que lo que se fue sigue existiendo en mi cabeza, y que, como buen ser humano inconforme y en eterna evolución, todo lo que hube hecho, podría hacerlo de nuevo y esta vez mejor... Pero no lo haré. No veo el sentido de re-andar un camino que pasé hace tiempo ya.

Que de la muerte de mi disco duro surja una nueva era de renovación total (y que la repetición se dé sólo con la poca música que tenía fuera de mi disco y que ahora tendré que escuchar una y otra vez por falta de variedad).

Adiós, disco duro... adiós.