
Obtuve mi cuenta cuando aún era novedad, pues mis compañeros de la Licenciatura en Animación y Arte Digital (LAD) "subieron" un interesante grupo de fotos bajo el nombre de LAD (Licenciado en el Arte de Dormir).; imagínense pues. Me resultó maravilloso el poder ver una infinidad de fotos donde yo estuve presente, todas bien catalogadas, sin que yo tuviera que hacer nada (todo gracias al ocio colectivo del resto de la gente que, poco a poco, se incorporaba a este nuevo microcosmos) y lo mejor, ¡gratis!
Al principio, la idea detrás del proyecto "Facebook" parecía maravillosa: acercar a la gente que, ahora distanciada gracias al modo en que el planeta ha evolucionado, podrá volver a estar en contacto con sus seres queridos gracias a la novel capacidad de compartir fotos a distancia de una manera más eficiente, escribir cosas en las "paredes" de los demás, y hacer una cantidad impresionante de chucherías que, a ojos apáticos , serían nada más que una perdedera de tiempo. Eso, y que además llegó a mí en una etapa se distanciamiento natural: la universidad.
Ayer mismo quedé maravillado con la velocidad en que fue comentada una foto viejita que subí para mi mamá, pues en el momento en que entré al
a.k.a. "Msn" (otra "bendición" tecnológica) para indicarle que ya podía verla, me topé con las palabras de una amiga que hubo accedido a ella en esa brevísima cantidad de tiempo.
Menciono este último hecho no sólo por compartir mi impresión, sino porque el subir aquella foto fue el motivo por el que el día de hoy me decidí a mirar los "Álbums fotográficos" de varios amigos de antaño, y tuve una revelación: esta invención no estará para acercarnos, sino para hacernos sentir más separados al ver tantas fotos de tantas cosas que han ocurrido a tantos conocidos, sin haber estado nosotros ahí, y... lo que da más de qué pensar: sin una voz humana presente para compartírnoslas.
¿Qué había de malo con los álbums de cartón?